Este puente cruzamos el túnel. El jueves nos plantamos en Castilla para disfrutar de unos días de familia y buen (aunque mucho) comer.
Este año diciembre no ha llegado tan frío como otras veces a Zamora. No nos ha sorprendido por las mañanas con el carámbano ni nos ha dejado golpear los charcos con la punta del pie para intantar romper el hielo, pero nos ha compensado pintando en el cielo despejado toda una sinfonía de colores y tonalidades. La luz del otoño tiene algo especial porque al viajar a menor altura que en otras épocas se tiñe de rojo intenso cuando atardece y salpica el cielo de tonos rosas y morados.
Estos días, mientras buscábamos esos colores trípode en mano, nos encontramos también con algunos espontáneos que acabaron colándonse en nuestras fotos. Brando y Joaquí con Kela (la perra) y también Sena (la yegua), que nos saludaba antes de llegar adivinando todos los membrillos y mazorcas que llevábamos para ella.
Ayer volvimos con poco frío, algo de comida en la maleta y mucha pena, pero pronto volveremos a cruzar ese túnel para ver qué nos cuenta la luz del invierno.