Ya estamos de vuelta en Asturias después de unos días de viaje que esta vez nos llevaron a tierras germanas: Múnich. Múnich es una ciudad bonita, con historia, con museos que acogen grandes obras de arte, edificios impetuosos, comida riquísima, cerveza exquisita… y llena de bicis!!
Aunque la hemos dejado para el final, la bicicleta es sin duda un elemento fundamental para recorrer Múnich con alegría y, lo que es más importante, sin preocupaciones. Y ahora nos vamos a poner reivindicativos porque, al contrario de lo que ocurre en España en general y en Oviedo en particular, allí las bicis y los ciclistas no son despreciados sin compasión, sino que son un elemento fundamental de la cultura y tienen prioridad sobre cualquier otro vehículo (incluso sobre los peatones). En Múnich, la gran mayoría de la población, da igual la edad, posee (por lo menos) una bici y la utilizan para absolutamente todo: señor@s de edad más bien avanzada para hacer sus compras, ejecutiv@s trajead@s para llegar a sus oficinas, niñ@s de apenas 3-4 años para ir todos los días a la guardería… TODOS, ABSOLUTAMENTE TODOS montan en bici.
La bici es parte de la cultura en muchos países europeos (desgraciadamente no en España), y esto muestra que, definitivamente, para ciertas cosas nos llevan gran ventaja. Con la bici pueden llegar rápidamente a cualquer sitio sin problemas de aparcamiento, ahorran energía y sienten el aire fresco en sus caras día tras día. Además, absolutamente toda la ciudad de Múnich posee carril bici e indicaciones para que los ciclistas puedan circular por cualquier calle sin problemas. A nosotros casi se nos saltan las lágrimas cuando, el primer día, yendo por el carril bici, un coche que iba en paralelo a nosotros por la izquierda, quiso girar a la derecha para meterse en una calle y paró para dejarnos pasar. Sí, el coche paró y el conductor se sorprendió mucho al ver que frenábamos para que pasara él, pero PARÓ!!!! … Y hasta nos pidió perdón por hacernos frenar. Muchos europeos de por encima de los Pirineos pensarán al leer esta anécdota que somos un poco catetos, pero algo así no nos ha pasado jamás en Oviedo.
En Oviedo lo que ocurre es que:
1. La idea del carril bici es para la mayoría de la población una aberración y va en contra de los derechos humanos y fundamentales de los ovetenses.
2. Los coches no suelen mantener la distancia de seguridad y, si pueden, se te echan encima.
3. Los viandantes (especialmente los mayores de 60 años), cuando te ven aparecer a 500m. ya están echando mano del bolsillo para llamar a la policía porque seguramente te lances a atropellarles, y del bolso, porque eres un perro-flauta-ladrón.
4. Sólo por ir en bicicleta eres considerado un raro, rácano-egoísta que no quiere gastar en gasolina y que, además, va infringiendo todas las leyes del tráfico y de la buena educación por ir montado en esa bici asquerosa.
Aunque hay que decir que no todos los conductores y viandantes son así, es cierto que la gran mayoría nos mira a nosotros, los ciclistas con desprecio… y se sorprenden cuando nos ven por la acera. ¿Cómo explicarles que a veces pasamos miedo por la carretera? «Pues no vayas en bici». ¿Y qué les podemos responder a eso? Podríamos decirles que vamos en bici porque nos gusta, porque es sano, bonito, cómodo, rápido y precioso, que no consumimos gasolina, contribuimos al ahorro energético y a frenar el cambio climático del que tanto se quejan, tampoco consumimos horas buscando parking, que nuestras bicis no son instrumentos del diablo ni nosotros Satanás cuando nos subimos a ellas… Pero como a veces un@ no tiene tiempo ni ganas de ir convenciendo a la gente por ahí, al final preferimos callar y consolarnos pensando que a nosotros ir en bici nos encanta.
Por eso, tras esta semana en Alemania viendo que allí la bicicleta es un objeto realmente querido por la gente, y que los ciclistas son respetados, nos entraron muchas ganas de escribir este post reivindicativo. Rabia aparte, queremos compartir con vosotros instantáneas de nuestro viaje, de algunas de las personas y personajes que nos cruzamos en bici, y del multitudinario paseo por la ciudad del 8 de agosto (Radl Nacht) en el que miles y miles de personas se reunieron para dar una vuelta de 12 km. por Múnich.