La semana pasada volamos hasta Estocolmo para pasar unos días de vacaciones en familia y explorar un poco el norte de Europa, una zona que hasta ahora no habíamos visitado. Mientras planificábamos el viaje, descubrimos entre los diferentes atractivos de la ciudad Fotografiska Museet, el museo de la fotografía de Estocolmo, y apuntamos en nuestra agenda una visita obligada al hermano sueco de Fotográfica.
Fotografiska está enclavado en un lugar increíble, no sólo por el edificio que acoge el museo, sino también porque su situación regala a los visitantes unas increíbles vistas de Estocolmo.
Nada más entrar, nos encontramos con una impresionante exposición de Nick Brandt: Inherit the Dust, una serie de fotografías tomadas en África en las que Brandt pone de relieve el impacto que ha tenido la acción del hombre sobre lugares en los que históricamente vivían animales. Así, el fotógrafo sitúa a elefantes, leones o jirafas en grandes paneles para reivindicar el que siempre debió ser su sitio.
La visita continuó con Bryan Adams y Exposed, una exposición llena de iconos de la moda y celebrities en la que pudimos contemplar en directo imágenes míticas de nuestro tiempo. Después de un buen rato recorriendo Fotografiska, para finalizar la visita subimos al piso más alto del edificio donde se encuentra la cafetería-restaurante del museo y allí estuvimos un rato disfrutando del bonito paisaje que entra por sus ventanas, casi como si cada una de ellas fuera una fotografía en sí misma.
Al salir nos sorprendió la lluvia y decidimos movernos a otra zona de la ciudad para visitar el castillo de las Tres Coronas. Después de la mañana tan fotográfica que habíamos tenido, pasar la tarde en el centro de Estocolmo rodeados de turistas nos permitió observar la fotografía desde otra perspectiva: la que deja a un lado la búsqueda del mejor encuadre o una mínima reflexión para centrarse en hacer fotos a todo lo que hay alrededor. Lejos quedan aquellos días en los que el carrete obligaba a pensar bien cuándo y dónde disparar; hoy parece que lo importante es llevarse el mayor número posible de fotos a casa, y lo peor es que esto significa estar más pendiente de la pantalla que de lo que tienes delante.
